domingo, 28 de octubre de 2007

Fe

Ilustración: Dos Soles. NASA.

He vuelto a rezar. Desde que me enteré que mi querido C tiene una tormenta dentro del cuerpo he vuelto a rezar.
Mi vida ha estado plagada de milagros cotidianos, unos más grandes que otros. Estoy convencida que la vida es generosa en estos sortilegios.
Si ya viví el milagro de conocer a su hija F, a él, a su familia, quererlos y sentirme querida por ellos, ¿cómo no creer en el milagro de que la serenidad vuelva a sus venas y arterias?
He rezado por esa serenidad, para C, y por la fuerza, sobre todo para mi amada F.
“Fuerza, fuerza, fuerza”. Nunca olvidaré el tono y la mirada con la que F me dijo esas tres palabras en el aeropuerto hace más de seis años cuando me iba de Maracaibo y de la seguridad de todo lo conocido hasta ese momento. La oportunidad y el valor de esas palabras han estado latentes siempre varios años después. Hoy, con todo el sentimiento enriquecido estos años de ausencia se las repito, esta vez yo a ella, y las envuelvo en un abrazo trasatlántico que le haga sentir eso, más fuerza… y más fe.

1 comentario:

Busaquita dijo...

Casualmente, tras casi 33 años creyéndome cobarde, voy descubriendo que no lo soy. Mi madre cree que no lo soy, yo ahora creo que todo lo contrario, soy muy valiente. Porque tengo fe. Y ahora tendré fe en que seguiré contando con el privilegio de leerte.