Ilustración: Solsticio de invierno. Dsconocido.
Del latín solstitium (sol sistere o sol quieto).
Días vehementes. Manos con decenas de palabras atragantadas entre los dedos y su destino. Mensajes con remitente desconocido, y por respuesta silencios. Por un lado silencios que dudan, por otro respuestas que ansían, que anhelan, como si de la ilusión se tratara. Destinatarios conocidos con mensajes irresueltos.
Ir y venir de novedades. Decisiones y reconsideraciones. Avances que ponen las cosas en su lugar, y retrocesos que logran adelantos, aunque se entiendan con el tiempo y no con la esperanza.
Recuerdos y havalidolapena que retumban implacables aunque sin escándalos innecesarios. Semanas de escribir sin respiro, pero sin un respiro para escribir, como dios y la vida mandan.
Ausencia de sin razones, y razones que sobran para celebrar mientras se sosiega la vehemencia de estos días.
Por instantes, las manos se cuelan entre los entresijos de la cotidianidad, esa vertiginosa, y escriben. Aprovechan que hoy –esta noche- el sol se ha quedado quieto.
2 comentarios:
Sin poder ni querer deshacerme del contagio que, creo, solo los grandes textos y grandes "transmisoras" como tú, provocan en mí, me siento empujado a hablar, a escribir, sin casi controlar mi voz en mis dedos, es tanta la emoción que, nuevamente provocas con tus palabras: ritmo frenético, sentimientos y vivencias que se amontonaron, reflexiones que pugnan por salir, de una en una o todas a la vez...y, al final, ese sentimiento de vida en intensidad que, tantas veces, nos transmites y, los demás, quizá con demasiada frecuencia, nos conformamos con dejarnos llevar por ese contagio de intensidad, en la fé de que algún día servirá para dar más pasos...y seguir viendo, quizá de lejos, la sombra de tus sueños andando...
Gracias, una vez más, por esta especie de contagio provocador.
Besos desde Madrid.
Mejor no lo has podido describir
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