Ilustración: Ojalá. Nicoletta Tomas.
Su nariz brilla. Al principio pensé que era por el piercing de circón que solía llevar en ella. Pero ya no lo tiene y aún así su nariz brilla. Estoy segura, tras un par de años de conocerla y conocerme, que el brillo lo que delata es su privilegiada intuición y la agudeza de su carácter.
Su mirada es profunda, quizás por tanto mundo visto. Ha alcanzado, entre la chispa que siempre le salta también en sus ojos, la serenidad de los sobrevivientes. Ella misma se declara sobreviviente de cuatro guerras mundiales. Y lo es.Su pecho es grande, seguro también porque le ha echado mucho de él a la vida. Ha peleado cuerpo a cuerpo con ella, y hoy puede considerarse vencedora. Tiene un hijo rubio y radiante, tanto como un milagro, que da las palmas y defiende su intrepidez con la misma fiereza con que ella ha vencido las injusticias y los egoísmos.
Es una mezcla interesante e irresistible de caraqueña con italiana, aunque es más ciudadana del mundo que otra cosa.
Ha sido una suerte para mi encontrarla. Quién sino me explicaría que la testarudez de mi jefe hoy se debe a que Marte se encuentra en conjunción con Urano?
Agradezco cada día su humanidad cotidiana, la generosidad de su apoyo, lo implacable de sus palabras, y a pesar de la contundencia de su estar, su visión siempre crítica, su actitud cuestionante y desafiante a todo convencionalismo, su dulzura y sensibilidad siempre la delatan. Por eso no quiere otra cosa sino que le cantemos el cumpleaños feliz venezolano en su versión larga, aunque luego se le olvide pedir el deseo.
La amiga en común que nos presentó le suele llamar -por la diferencia de tamaños que hay entre ambas- la grande. Ella lo es, y no sólo por una cuestión de altura.
2 comentarios:
Un privilegio conocer gente con ganas de vivir o por lo menos con ganas de pelear con la vida.
Dicen que los intestinos son muy, pero muy largos. No me preguntes medidas exactas (porque soy el menos exacto). Pero en tu caso, siempre me he preguntado de qué tamaño será tu corazón para tenernos allí y hacernos sentir tan cómodos, como cuando uno llega a casa, se quita los zapatos y, acto seguido, disfrutas de esa rica sensación de calentar el suelo con la planta de los pies, así creo que nos sentimos en tu corazón.
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