Ilustración: Océano de Júpiter. Science.
He encontrado un corazón de león. Con dos ojos que parecen proyectar una mirada amarilla, la cual observa atenta, cuestionante e incluso radiante todo lo que sucede a su alrededor. Sigue un camino de baldosas del color de su mirada, en el poder de su aquí, en el poder de su ahora.
Es grande, grande. Pero inspira el candor de los pequeños, los más pequeños.
Si lo miro a salto de ojo, es una observación científica. Si lo miro con lupa, es humanismo puro y duro. Una paradoja, para mi gusto, exquisita.
Lo encontré mientras soñaba, pero cuando desperté lo vi, de lejos. Puede que al final de todo los sueños sean como los pensamientos, ellos mismos fluyen en nuestro interior cuando se consideran preparados para salir, cuando su proceso de latencia ha finalizado y están dispuestos a descubrirse ante nosotros mismos, y revelarse como la cocreación de nuestra realidad.
Y en la realidad, el corazón de león hace uso de su brújula interior para evitar el naufragio, y no quedarse a medio camino entre el querer y el creer. Y a veces, en esa misma realidad cuando se lo permite, lo empujan sutilmente brisas del Caribe.
En la distancia me ha murmurado algo… El encontrar a veces no se basa en buscar sino en dejarse hallar…
1 comentario:
Aunque he de reconocer que creo que no he llegado a "cazar" del todo el símbolo del corazón de león, me basta, me llena, me encanta esa reflexión emocionada y emocionante de los sueños. Y, por supuesto, el final, digno de entrar en cualquier buena colección de citas (en la mía, seguro): "El encontrar a veces no se basa en buscar sino en dejarse hallar" ¡¡Magistral!!
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