martes, 30 de septiembre de 2008

Punción

Ilustración: Torso. Auguste Rodin.

Es una punción aguda. Comienza en el centro de mi nalga derecha y se va extendiendo, directa e implacable por tono el interior de la pierna, hasta el pie. Una aguja de un metro dentro de mi cuerpo.
En una escala de 1 a 10 el dolor llega a 9 en un punto entre el muslo y la rodilla. Para luego atenuarse a 7, más o menos. Debo esperar para poder andar, y cada nuevo paso repite el dolor, a escala menor hasta que parece que el calor del movimiento de la pierna hace que la aguja se desintegre. Y al cabo de unos pasos ya no duele. Esto sucede al ponerme de pie, y un tanto similar al sentarme. Parece que debiera seguir andando, seguir de pie, indetenidamente…
Hace poco, en uno de mis característicos juegos de preguntas y respuestas, mi amigo L lanzó en media cena y con unos cuantos cubatas encima la cuestión de qué era la vida, para cada uno de nosotros, y el truco era responderlo al unísono. Él dijo diversión. Yo esfuerzo. Seguir andando, seguir de pie, indetenidamente…

***

Lo más curioso es que para aliviar el dolor, la prescripción médica es una aguja. Un pinchazo una vez al día justo en la nalga derecha. Una pequeña punción.

2 comentarios:

Luis Vera Sánchez dijo...

En aquella cena, tan extraordinariamente divertida e interesante, se dijeron muchas cosas, que tu post me ha traído ahora a la cabeza. Y recordando, creo que tal vez no dijera yo diversión, sino disfrute. Y si me permites, me gustaría hacer una pequeña acotación sobre el concepto: porque en sí mismo no excluye el esfuerzo. es más bien entenderlo como una aceptación positiva de todo lo que se nos da, de todo lo que recibimos. De que aceptemos con buen humor todo, incluido, por supuesto, todo aquello que implica esfuerzo, que para muchos tiene ese sesgo negativo, y que no es otra cosa que lo que nos garantiza, y nos obliga en muchos casos, a seguir creciendo, a evolucionar. A seguir adelante, en definitiva. Es un placer reencontrarme contigo en tu blog. Un beso.

Con olor a canela dijo...

Y a veces viene bien un coach, a que sí?
Besos.