miércoles, 28 de marzo de 2007

Ingenuidad

Ilustración: Desnudo con alcatraces. Diego Rivera.

Hace poco la Grande, que me quiere tanto, me advertía con un tacto que cada vez se me hace más familiar en ella que yo estaba siendo demasiado ingenua. Y quizás tenga razón. Al menos así me estaba sintiendo, con el demasiado y todo.
La decepción dijo presente de nuevo, pero una vez más el ave Fénix de mi ánima hizo gala de su mitológica virtud.
No sé si esto le pasará a todo el mundo. La tristeza aunque cada vez aparece con más hondura, es más breve. Y me pregunto si será un síntoma de que se me hiela el corazón.
He decidido cuidarme de que la ingenuidad no raye en la candidez absurda e inútil, aunque por ahora opte por seguir sin perder mi capacidad de confiar, más que nada porque lo entiendo como un acto de generosidad… al menos conmigo misma.

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