viernes, 20 de octubre de 2006

Besos de mar


Ilustración: Tendresse III. María Amaral.
A Javier Mar
Me gustaba como besaba. Ahora que lo recuerdo me gustaba como me besaba. No por mérito de sus labios, ni por la habilidad de una lengua diestra –o siniestra-, ni por la dulzura de su gusto. Era por sus manos y cómo se enredaban en mi cabello, me mecían sutilmente y me tocaban el rostro como si fuera una quimera finalmente alcanzada.
Acercaba su cabeza a la mía inusitadamente, así como rompen las olas.
Luego, juntar nuestras bocas era lo más parecido a sumergir mi cabeza en el mar. Aguantaba la respiración, sentía la cálida presión de sus manos en mi cabeza, notaba un suave mecer, percibía el vaho atlántico de su cuerpo y me abandonaba a este deleite.
Aunque sus labios fueran fríos. Aunque en él todo deviniera intempestivamente en frío.

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