Ilustración: Sal ahí. Nicoletta Tomas.
Los huesos de sus extremidades crecieron mucho más rápido que los de los demás niños, mucho más que el resto de su cuerpo, ella siempre tan particular. Eso hizo que sus piernas y sus brazos fueran más largos, mucho más largos. Durante mucho tiempo ella y los demás lo vieron como una deformidad. Y tal como ocurre en este tipo de cuentos, ella intentó ocultarse. Casi lo logró. Casi.
Pero aunque bisturí y sutura hicieran que a los ojos de los demás sus brazos y sus piernas ya no se vieran peculiarmente largos, lo siguieron siendo, lo son.
Sus brazos, sus verdaderos brazos, son tan largos que arropan a los amigos trasatlánticos y la familia extrañada. Dan cobijo a conocidos y a desconocidos, como si todos cupieran a partes iguales entre ellos, donde siempre hay lugar. Sus piernas son tan largas que han recorrido kilómetros a millares para encontrarse a si misma y al milagro de saberse viva.
Su generosidad es tan larga como sus verdaderos brazos y piernas. Su nobleza de alma es tan larga como su generosidad. Ella es así, extensa, como extensa es la magia que desborda la transparente mirada de esos ojos que se encogen cuando sonríe, que es muy a menudo, gracias a dios.
Mis brazos y mis manos, aunque son grandes y firmes se me antojan escasos hoy. No alcanzan para escribir el amplio inventario de buenos augurios que en el día que celebramos habría que escribir. Largo, muy largo.
Feliz cumpleaños, Di.
1 comentario:
Hermosa historia ,gracias.
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