martes, 27 de junio de 2006

Vitrina

Ilustración. Buscando donde me quedo. Nicoletta Tomas.

No culpo a quien tras leer esto sienta que es la recreación en corto de “La zulianita”, ese arquetipo de la ingenuidad y el engaño de la tradición telenovelera –es que si digo telenovelezca me suena al Quijote- de mi Venezuela natal. Tampoco culpo a quien vea el capricho de una niña a quien le quitan un juguete recién estrenado. Y mucho menos culpo a quien desdeñe su inicio, porque no crea en la posesión de las personas ni en la concepción utilitarista que se tenga de las mismas. No los culpo porque yo también lo haría, sólo que como he dicho, con las palabras conjuro con un no lo improbable…

***

Hoy estabas allí, expuesto en la vitrina, de nuevo. Y yo que pensaba que después de haber entrado en la tienda, y haberte pedido ya eras mío, porque como suele ocurrirme con otras cosas, aunque no tuviera ni idea de lo que buscaba, cuando te encontré y ví los detalles de los que parecías estar hecho supe que eras exactamente lo que quería. Sin más, sin menos. Pero parece ser que en alguna parte entre los probadores y la puerta, luego de experimentar cómo me quedabas en la piel, te perdí, sin darme cuenta ni cómo ni porqué. Así que allí estabas de nuevo en la vitrina, expuesto.
Sabía que si seguía verificándolo algún día me tropezaría de nuevo con tu online. Y así fue. No te puedo negar que me impresionó. No verte, eso no. sino sentir lo que sentí. La sensación del desencuentro inexplicable de nuevo apareció. Esa sensación de desamparo, de invalidez, de incapacidad –más por inapetencia que por otra cosa- de competir, de ilógico inmerecimiento. Allí estaban de nuevo, como estabas de nuevo tú, online.
Haciendo uso más preciso de mi memoria, recuerdo que el que tocó a la puerta fuiste tú, así que quizás habría que hablar de venta ambulante. También en ello hay movimiento en mi vida, de eso sé bien, como sé de puertas que se abren. Y es que mi madre siempre dice que tocar la puerta no es entrar. Tú la tocaste y entraste. Hasta el fondo entraste. Pero no te quedaste. Sin dar tiempo a nada, a nadie, a mi. Saliste huyendo y hasta pude oler tu dispersión y tu miedo, tan intensamente como se me quedó el olor de tu cuerpo en la piel.
Lo que yo supuse un único encuentro casual pudo dejar de serlo la noche que -como las anteriores- te colaste entre mis sábanas y tu boca le ofrendó a mi oído un universo, con todos sus planetas y estrellas. Y en ese espacio sentí una convicción y firmeza no reconocidas hasta ese momento. Tu sensibilidad se alzó por encima de tus habilidades, y tu voz riñó con la generosidad de tus manos esa madrugada.
Pero no llegamos a jugar ajedrez.
Tan intempestivamente como tocaste y entraste, te fuiste, a hurtadillas, sin despedirte te fuiste, y no regresaste… Así que sigues allí, expuesto en la vitrina…

***
¿Y yo que hago mientras? ¿Sigo abriendo la puerta a vendedores ambulantes o dejo que mientras camino por las calles me sorprenda alguna vitrina?
Encuentros, desencuentros, encuentros…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Los "desencuentros inexplicables" trajeron a mi memoria la invitación que hacía Clarice Lispector a sus lectores de "La pasión según G.H.": "(...)Este libro es como cualquier libro. Pero me sentiría contenta si lo leyesen únicamente personas de alma ya formada. Aquellas que saben que el acercamiento, a lo que quiera que sea, se hace de modo gradual y penoso, atravesando incluso lo contrario de aquello a lo que uno se aproxima (...)"

Anónimo dijo...

TENGO QUE DECIR QUE NI TUS ACERCAMIENTOS AL TEMA ESPACIO (RAZÓN QUE RIGE MI PROFESIÓN) ME HAN PARECIDO TAN POÉTICAS COMO ÉSTA DE LA VITRINA (LO CUAL PUEDE SER UN TIPO DE ESPACIO TAMBIÉN). Y CREO, A RAZÓN PERSONAL, QUE LAS "INTERSECCIONES" PASAN MÁS POR ESTOS, ESPACIOS DE "EXPOSICIÓ", QUE POR ESPACIOS DE "VIDAS".
QUIZÁS ME GUSTA POR LA ELEVACIÓN A OBJETO DE ESE "OTRO" QUIEN A MERA EXPOSICIÓN SE ASOMA, PUES LUEGO DE LA INTERSECCIÓN, DEL MOMENTO EN FIN, DE LA ESCENA VIVIDA, NOS DEJA IGUALEMNTE SOLOS, SIN SINERGIAS POSIBLES, PERO SI CON ENERGIAS NUEVAS.
ME A GUSTADO MUCHO LA IMAGEN DE LA VITRINA PARA ESTA METÁFORA.