lunes, 8 de mayo de 2006

Entre espacios y palabras

Él piensa en espacios, yo pienso en palabras. Él prefiere la vista, el tacto, yo el oído, el olfato. Ambos, eso sí, nos entregamos en el gusto por el gusto, sobre todo en los labios.
El me busca entre oquedades y volúmenes, yo lo busco entre susurros y silencios. El espacio de su ausencia me perturba, el silencio de mis conjuros lo tienta.
Una arteria rousseauniana –la mía- se resiente, y una vena kantiana -la suya- cede, y entre palpitaciones de sangre –sangre que vuelve al corazón y luego lo deja- nos encontramos, con la buena nueva de su presencia y el bálsamo de mi voz.
Una mirada. Dos. Un susurro. Dos. Tres. Sus manos. Las mías. Cuatro. Y seguimos contando lados de una geometría cóncava a ratos, convexa otros. Y entre formas, que en su perfección siguen exponencialmente al infinito, él descubre espacios y yo recreo palabras… que suenan más entre dos.

Ilustración: Amantes 32. Nicoletta Tomas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sencillamente y de nuevo, genial. Quizá sólo queda un cierto regusto a impaciencia, a calidez que no acaba de llegar, a sensaciones indicadas pero no transmitidas, no fácilmente sentidas...
Y, de nuevo, mis dudas...¿por qué "una arteria rousseauniana y una vena kantiana"?....Quizá, otra de mis preguntas sin respuesta. ;-)