En los últimos meses me he sentido un lugar común, con lo poco que me gustan, yo fanática de las palabras y el desafío de su originalidad. La tristeza me cayó encima una mañana, mientras estaba distraída, y se encargó de adherirse a esos casi dos metros cuadrados de piel que mi cuerpo, como el común de los mortales, tiene. Se convirtió en una segunda piel, externa hasta ahora me doy cuenta, y yo me convertí entonces en un lugar común.
No entendí, entonces, y sigo sin hacerlo. Por más que haga y rehaga los hechos y las circunstancias. Pero ocurrió, sencillamente ocurrió.
La tristeza sigue adherida, pero me he dado cuenta que por más que haga para sacudirla los esfuerzos voluntarísticos me traerán menos resultados que la paciencia… y la serenidad.
El que esté encima y no debajo es una gran ventaja. Eso quiere decir que aún debajo de mi piel se conserva lo fundamental. Y eso no es triste.
No entendí, entonces, y sigo sin hacerlo. Por más que haga y rehaga los hechos y las circunstancias. Pero ocurrió, sencillamente ocurrió.
La tristeza sigue adherida, pero me he dado cuenta que por más que haga para sacudirla los esfuerzos voluntarísticos me traerán menos resultados que la paciencia… y la serenidad.
El que esté encima y no debajo es una gran ventaja. Eso quiere decir que aún debajo de mi piel se conserva lo fundamental. Y eso no es triste.
3 comentarios:
A veces sorprende y no se la ve llegar. Es como si le sucediera a otro, alguien distinto que no recuerda la lista de cosas que nos motivaban.
Si verdad? En esos momentos cuesta recordar esa lista de cosas importantes. Será que allí está clave? en recordar? Como diría Galeano: recordar, del latin recordis, volver a pasar por el corazón.
La lista que funciona empieza por personas.
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