lunes, 17 de julio de 2006

Tacto

Ilustración: Souvenir de peau. María Amaral.

De los cinco sentidos, el tacto parece ser el único que puede vivirse en otro cuerpo.
Eso me dijo él, de allí que con su característica capacidad de síntesis verbalizó -al fin- lo que cada quien ha vivido en su momento, a su ritmo.
Nadie puede mirar por ti más que tus ojos, nadie puede oír por ti más que tus oídos, nadie puede oler por ti más que tu nariz y nadie puede saborear por ti más que tu boca –ah! la boca – pero tú puedes tocar sin ser tocado… y viceversa. Y viceversa.
Hacer temblar y estremecerte, según sea un caso u otro. Y así, sentirte en otro cuerpo. Un sentido que se puede vivir en cuerpo ajeno, en el de otro.
Y es que hasta el nombre del sentido dice de él más de lo que pudiera pensarse –o más bien sentirse-. Tacto es español, pero mencionarlo en inglés, en francés, en portugués… supone ese toque irremediable entre la lengua y el paladar para su pronunciación. Tacto. Para nombrarlo hay que sentirlo.
A pesar de estas obvias ventajas del tacto, yo sigo prefiriendo el oído. Sigue siendo mi sortilegio favorito. Por eso no le hizo falta ponerme un solo dedo encima. La firmeza de su tono, la calidez de su timbre y la humanidad de sus palabras casi, de verdad que casi, me hicieron sentir que me tocaba.
Como cuando siento la caricia de mi abuela mientras le escucho darme la bendición desde el otro lado del océano.

No hay comentarios.: