miércoles, 26 de abril de 2006

Como el agua

Ilustración: (Buscando el título). Nicoletta Tomas.

Suelo preciarme de la memoria –la buena memoria- como un legado de los dioses. Hay estaciones más memorables que otras, y la primavera merece mención especial aunque no por florecerme el alma. No obstante ésta parece hacer un hito en evocaciones de futuros urgentes. Esta tarde, a 28 grados, una gota de sudor, casi imperceptible, corre por mi frente y me asalta con una certidumbre que no termino de calificar… A veces la memoria tiene el color del agua…

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Hoy amaneció nevando en Madrid. Cuando era niña –y un poco más grande también- soñaba con ver nevar. Ahora, son cinco los inviernos que llevo viéndolo y me sigue provocando esa sensación de ser y de estar con todos los sentidos.
Pero hoy amanecí con la melancolía en el cuerpo. De puertas adentro, eso sí. Quizás por eso en mi ordenador dejo rodar Antony and the Johnsons una y otra vez.
Le recordé. Y hasta diría que le extrañé. Extrañé volver a sentirme en su piel…
Creo que escondido en una esquina del armario de mis emociones, allí detrás del abrigo azul que me pongo en los momentos especiales, estaba mi deseo recordando su olor, su tacto, sus labios… Aunque yo esté aquí, fuera, a plena luz del día, con los ojos bien secos, mi sonrisa de los jueves y mi me melena de rizos para los días de lluvia.
Me siento como la nieve que cae hoy. Cae mucha, pero no termina de cuajar ni en las aceras, ni en los árboles, ni en los techos. Se funde y se vuelve agua, y parece que hubiese llovido por toda la ciudad. Hoy me llueve por dentro el anhelo…
Tras leer a Isabel me dirijo a la oficina. Camino entre charcos, y entre uno y otro veo reflejados unos ojos almendrados y la paradoja de una sonrisa –suerte de perversión y dulzura a la vez- que encontré a principios de un otoño. Reinvento conversaciones y sonrisas en el remanso de mi cama, esa camaradería espontánea, esa complicidad tan perfectamente improvisada y ese inventario de coincidencias que nos sorprendió más de una vez pero que olvidamos al instante.
Le recordé… sobre todo mientras veía nevar…
PD : Me pregunto de qué color es su memoria. Quizás blanco tirando a agua…

Madrid, febrero de 200?. (¿He dicho que nevaba?)”.

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Lo dicho, a veces la memoria es como el agua… Y hoy, en plena primavera y con mi melena de rizos aunque no llueva, me alegro de ello.

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